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domingo, enero 01, 2012

9 eran 9



De la serie diez eran diez ponemos una historia más, por lo tanto una menos, de diez a nueve, o sea nueve eran nueve; sólo espero no tener que justificar ocho eran ocho, siete eran siete, seis eran seis y así hasta cero es cero.

 Y es que hace ya muchos años mantuve una conversación (subida de tono) respecto del número cero. En aquella obra mi papel fue el de adalid del número cero, tuve que justificar la existencia de dicha cantidad. Mi oponente, por así decirlo, aseguraba que el número cero no existía, que era una entelequia, algo que no representa nada no puede existir, ese era su planteamiento.

 Evidentemente me opuse a ello, no por ganas de llevar la contraria, fue más bien por la formación tan clásica que he me ha tocado vivir desde pequeño, ¿cómo puede existir algo sin que exista la nada? O dicho de otra forma, es la no existencia de algo la que define perfectamente ese algo. Sin ese algo, nada puede ser. ¿Cómo puedo ser amado sin haber amado antes? ¿Cómo puedo tener sed sin haber bebido antes? ¿Cómo puedo morir sin haber vivido antes? Es difícil, ¿verdad?

 El cero puede ser entendido como un origen de escala, pero quizá ese es nuestro problema, el inicio pudo ser antes del cero, o después, que más da. De hecho, el cero simplemente representa una cantidad, vacía, pero cantidad. ¿Qué pensara mi ex oponente de los número negativos, o de los imaginarios? En su universo de cantidades positivas, tangibles, el odio debe tener una magnitud considerable, vistos los epítetos que me dedicó aquella tarde.

 Saludos desde el profundo cero.

10 eran 10


Y al final el tiempo pasó tan despacio que no supimos volver.

Tampoco hizo falta.