Páginas

lunes, mayo 16, 2011

Sentido crítico

Un muy buen amigo mío, con el que desayuno prácticamente todas las mañana, siempre que quiere hacer daño comienza la frase con un "te quiero decir algo, pero sin acritud, no te lo tomes a mal".


 Es curioso el uso que se le da al término -sin acritud- tras parapetarnos con él, podemos decirle a todo  hijo de vecino que nos está escuchando cualquier barbaridad que se nos ocurra, la que sea.

 Sin embargo, y en ese espíritu crítico que nos tiene que envolver, quién utiliza dicho término se arriesga muy seriamente a ser juzgado, y seguramente que en ese juicio tengamos en cuenta un principio básico, que realmente esa persona se cree con una mejor capacidad de raciocinio que tú, pues tiene la capacidad de criticarte o sancionarte dada esa mayor elevación de su espíritu y mente auto imputados. En resumen, un auténtico gilipollas.

 No obstante, rija en nosotros la cordura, y atendamos con cierta calma al discurso -sin acritud- que vayamos a recibir. Tampoco nosotros somos mejores que el resto.

Hastío


Ayer por la tarde tuve que ir a una tienda de electrodomésticos, ¡horror, el lavavajillas está averiado!.

 Yo soy partidario de comprar casi lo primero que veo, al final, puede que no sea la decisión más acertada, pero le aseguro que va a ser la que menos tiempo le va a hacer perder. Eso es un punto a mi favor.

 Y al fin y al cabo, ¿qué es lo qué realmente estamos buscando? ¿el mejor, el más barato, el que mejor relación entre calidad y precio nos ofrezcan? Vamos a comprar aquel que mejor nos sepan vender, no nos equivoquemos. Cada vendedor le ofrecerá no sé cuantas cosas que hace ese lavavajillas en concreto, que no hacen los demás -ni de coña- (textual), y que además siempre se lo van a decir en inglés, como si de ese modo fuera más técnico, más avanzado.

 Si a usted le ofrecen en lavavajillas que lleva la opción "ultra-fast", no dudarán en calificarlo como el más rápido, pero cuídense de ofrecer la función "extra-rápido", probablemente se romperá al segundo lavado y además, ¡eso lo llevan todos!.

 Al menos, mientras estaba mi vendedor sumergido en términos técnicos anglosajones, apareció por allí una persona, que elevando el tono de voz con alguien de la tienda, en un tono amistoso, eso sí, le dijo:
- Déjame en paz, déjame de votaciones, déjame de futbol, de políticos y de las dos Españas, ¡estoy harto, cansado, muy cansado!".

 No me compré ningún lavavajillas pero por lo menos me alegré de ver que hay gente que está cansada de tanto gilipollas suelto.