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domingo, enero 29, 2012

Siete eran siete

 Continuando con la serie, tocaba la séptima, de hecho, hasta tenía una idea bastante buena de qué escribir. ¡Se me ha olvidado! Irremediablemente olvidada en algún rincón de mi cabeza; si al menos hubiera sido algo inverosímil estaría almacenada en mi subsconciente en forma de película, pero no, simplemente no está.

 ¿Por qué no lo escribí en el momento en el que me vino la idea a la cabeza? Y es que ni la apunte, ni reflexioné demasiado sobre ella, -ya lo haré cuando llegue el momento-, me decía. Pues el momento ha llegado y no sé por dónde para.

 Quizá debería haberme puesto con ella en el momento en que apareció, quizá, también podría haber escrito algo en mi block de notas, quizá, o al menos haber intentado escribir un borrador sobre ella, quizá. Y tampoco era necesario haber realizado un desarrollo exahustivo de la misma (siete páginas a 1,5 de espaciado, con letra Times New Roman 10). 

 La condensación de las ideas es una virtud, un regalo divino (o casi), el poder decir mucho en poco espacio, dos palabras para una definición y tres para explicar el concepto. Evitaríamos muchas malas interpretaciones, voluntarias o involuntarias, los discursos inacabables, y un largo etcétera de cansinas estupideces que tenemos que aguantar todos los días. ¿En cuantas ocasiones nos han explicado algo, no una, sino varias veces, y nos han terminado la explicación con un "No me entiendes"? Pues mire usted, pues sí, le he entendido desde el principio, no hace falta que me lo cuente más veces, tampoco es necesario que tarde dos horas para hacerme un discurso de lo obvio y como remate acabe señalandome a mí como la persona que no entiende nada.

 Y para acabar, una entrevista a Fernando Sánchez Dragó. Me habla del principio de la contradicción tal y como la entiende él, antes era una cosa pero ahora otra (7 palabras, condensación). En fin, parece que ya ni se reconoce a sí mismo. Siempre has sido lo que has sido, y como todos, te has equivocado muchas veces, muchísimas. 


1 comentario:

Martín Lisboa dijo...

las hijas de Elena